Este post irá sufriendo modificaciones con el tiempo.
El comunismo, el capitalismo, el liberalismo, y tantos otros “ismos”, son para mí, ideologías. No soy experto en ninguna de ellas, simplemente tengo mi opinión, como todo el mundo. Son modelos mentales que pretenden reducir la complejidad del mundo real hasta un punto inverosímil e impractibale. Todos los “ismos” tienen buenas y malas propuestas, partes que se han implementado con resultados positivos y con resultados negativos. Se podrían tomar buenas ideas de cada una de estas categorías mentales, pero la primera de las limitaciones, es que los defensores de estas ideologías/categorías mentales, las consideran excluyentes e incluso opuestas. Esto se debe al dogmatismo con el que se defienden, a la falta de humildad, y al hecho de que son ideologías creadas desde el ego. Un ego mayoritariamente masculino, ya que los referentes de los “ismos” son siempre hombres. Eso ya nos tiene que indicar que están sesgados, conceptualmente limitados. De hecho, creo que una limitación de ciertas manifestaciones de feminismo, son el dogmatismo y la violencia que algunas personas emplean en su discurso. La estupidez del ego no entiende de sexos, nos afecta a todos. La vida es mucho más que lo que ve y proyecta el ego, la mente consciente o racional. Los seres humanos somos más irracionales que racionales y el universo es mucho más rico de lo que la mente ordinaria puede comprender. Si estos “ismos” tuvieran en cuenta el corazón, el alma, la experiencia mística de que estamos todos conectados de alguna manera, y de que somos animales, serían más completos. Todas estas ideologías se olvidan de la naturaleza humana y se olvidan de que vivimos en un planeta finito. La política juega con ellas para su propio beneficio. La política también consiste en una seria de categorías mentales, dogmáticas, usadas para manipular a la población en busca de poder. En todos los gobiernos, sean comunistas o de cualquier otro tipo, la gente que está en el poder vive mejor que los demás. Esto es así en el mundo real, no en las teorías.
De la izquierda política me chirría que parece olvidar lo animales que somos los humanos. La izquierda pinta una imagen utópica, según ellos idílica que va en contra de lo que somos como especie: los humanos hemos evolucionado para colaborar, pero también para competir, para progresar, para destacar. A los humanos nos mueve el estatus, el reconocimiento, el poder. Los humanos necesitamos una propiedad que sintamos como hogar, que podamos defender. Los perros, los gatos y muchos otros animales, también tienen un fuerte sentido de la territorialidad. Así que la izquierda, cuanto más al extremo va, hacia el comunismo, propone teorías que van más en contra de lo que nos hace felices como humanos y de lo que estamos genéticamente listos para ser. Tal vez tengan sentido en el humano del futuro, en 1000 años, pero ahora no. Cortar a todo el mundo con la misma tijera, es quitarle a la gente la ilusión por superarse y por conseguir cosas por sí mismos. No hay más que ver el ratio de infelicidad tan grande que hay en los trabajos del estado, donde la gente tiene un trabajo de por vida, lo haga bien o lo haga mal. La gente está amargada en esos trabajos, se siente maniatada para hacer cambios o detestan su trabajo. Muchos viven esperando al fin de semana, a los puentes y a las vacaciones.
De la derecha política, me chirría que se olviden de que nuestro planeta es finito. Que piensen que es mejor que las cosas se queden como están (o que retrocedan 100 años), en lugar de progresar hacia una sociedad mejor. Los humanos siempre hemos progresado. Querer detener el progreso y aferrarnos a lo de siempre, va contra la naturaleza humana. Cuanto más a la derecha, más dogmática y más extremista. Quieren preservar el status quo y que la gente que poder lo siga manteniendo, por muchas generaciones. El dogmatismo de la derecha dice que la gente es pobre porque quiere. “No es mi culpa que le vaya mal, se lo ha buscado”. La derecha se olvida de que todos los humanos estamos hechos del mismo material, se olvida de la ley del karma.
Los liberalistas que defienden la idea de que no haya estado, o este sea minúsculo, no sé de qué manera piensan que nos íbamos a autoorganizar para tener hospitales, centros médicos, carreteras, cuerpos de seguridad o protección militar. Los humanos somos todavía muy bárbaros como para que de manera orgánica tuviéramos una sociedad que protegiese a quien más lo necesita. Si no tuviéramos ejército, al país vecino nos asaltaría al día siguiente. Así de brutos somos los humanos, porque somos iguales que los humanos de hace 100.000 años. Tenemos tecnología del futuro, con cerebros del paleolítico.
Todas estas ideologías están sesgadas, no tienen en cuenta cómo somos, lo que somos como especie. Somos animales. Tal vez, si los defensores dogmáticos de cada una de estas categorías mentales, hicieran un viaje místico por niveles elevados de consciencia, se darían cuenta de las limitaciones de sus propuestas. Estoy hablando de las experiencias místicas de disolución del ego y de conexión con el universo, que grandes profetas y maestros han relatado desde hace miles de años. Un buena viaje a base de psilocibina o de LSD. Una buena sesión de terapia con MDMA. Esto sí que sería un cambio, porque abriría nuestras mentes, que son la verdadera fuente de conflicto. Quienes descubrieron las experiencias místicas con piscodélicos en los 60, pensaron que sería la llave para cambiar el mundo, hasta el punto de que el gobierno americano entró pánico y prohibió todas estas sustancias milenarias sagradas.
No podemos construir un mundo mejor desde la mente racional y sesgada de un puñado de personas con formas similares de ver la realidad. Sus ideas dependen de su contexto. Quien es joven y no tiene nada, abrazará la idea del comunismo, de que los bienes se repartan entre todos. Quien ya tiene algo en propiedad y un buen nivel económico, rechazará el comunismo. Si quieres que alguien deje de ser comunista, regálale una casa y un coche, y luego lo pides que lo reparta. La gente vota a un partido u otro, según piensa que le va a beneficiar.
Ninguna ideología va a ser la solución a los problemas del mundo. Ningún partido político, ni de izquierdas, ni de derechas, va a solucionar los problemas del mundo. La sociedad en la que nos gustaría vivir, de corazón, existirá cuando nuestro nivel de conciencia se haya desarrollado mucho más de lo que está, hoy en día. Para eso, es más importante enseñar meditación que ciencias políticas. Las ideologías que haya que defender con armas, no serán nunca la solución. Creo que es mucho más necesario lo que se puede aprender de Buda que lo que se puede aprender Marx.
Procuro no identificarme con ninguna ideología, ni siquiera con el veganismo. Tampoco me considero mejor que nadie.