Con todos los años que llevo resolviendo problemas en tecnología, desde la época en que no existía StackOverflow y los resultados de los buscadores no eran muy buenos, me he dado cuenta que el mismo modo de enfocar la resolución la puedo aplicar a otros problemas de la vida. Cuando me enfrento a un problema técnico que no sé ni por donde agarrar, suelo hacer lo siguiente:
- Estudiar el problema de forma creativa, comprender bien cuáles son las dificultades.
- Pensar en posibles soluciones que se me ocurran, típicamente más de una.
- Ir probando las distintas soluciones.
- No me importa si no lo consigo sacar a la primera, tengo la mente abierta para fallar las veces que haga falta sin maltratarme a mí mismo tras cada intento fallido. No me desespero cuando fallo porque además cada fallo me permite conocer mejor el problema y aumenta la probabilidad de que lo resuelva la vez siguiente.
- Tengo confianza en que terminaré solucionando el problema, aunque no sea fácil.
- No me importa pedir ayuda. No se me pasa por la cabeza quejarme ni hacerme la víctima por estar frente a ese problema, simplemente pongo la mente en resolverlo. No me preocupo, sino que me ocupo.
- No me enfado, no aparece ira ni frustración.
Me he dado cuenta de que al enfrentarme a problemas en áreas en la que no me considero a mí mismo solvente (no tengo suficiente autoconfianza), como por ejemplo bricolaje o reformas en casa, no estaba siguiendo este proceso sino que me estaba frustrando y sintiendo incapaz. Primero tiendo a ver los problemas más grandes y complicados de lo que son. Si lo intento y fallo, tiendo a sentirme fracasado y con menos ganas de volverlo a intentar. La voz interna que juzga se activava para decirme, “esto no es lo tuyo”. Haciendo hoy unas ñapas, fui consciente de mi proceso mental destructivo por un momento y pude hacer un switch al modo “programador” de resolución de problemas; enseguida salí del paso y pude resolver la tarea.
Si estás empezando con la programación y te abruman los problemas dificiles, busca de qué manera puedes recurrir a tus habilidades o tu mentalidad de resolución problemas en algún área en el que te sientas solvente o competente. Es pura psicología. La clave es pensar en resolver en lugar de autocriticarse. Poner la mente en el trabajo y no en el juicio.